Era el sueño de una borrachera que me dejo llamarla por su nombre jugaba en el amanecer a desaparecer entre la niebla jugaba en la noche a esconderse entre las sombras
Era la brisa de una tarde que me gritaba no me dejes cortaba a mano flores para adornarla en la prisión de versos a la que fue condenada
La llamo por su nombre Ella vuelve en el silencio jugamos por un rato ella vuelve a su destierro.
Llueve. El cielo me devuelve las lagrimas que he derramdo. Estoy sentado en la camioneta y espero que salga. Es complicado describir esto. Me han dicho que intente lo corriente y este es mi primer intento. Llueve. Camino a casa perdió la chaqueta, la sombrilla y la billetera en un triste altercado. sentado frente a esa caja que le recuerda que el tambien puede soñar, recuereda su travesía. Desde la ventana, observaba, un hombre muy hombre la golpeaba. La agarró por los hombros y con una brutalidad idiota la azotó en la persiana metalica de un almacen cerrado. Ella cayó por la acera. Ella cayó por el miedo. La gente miraba. Él miraba. No sabemos que pensó. La gente miraba. Un moustro gritando blasfemias a una mujer, casi una niña. ¿Es lo común? no sabía ni le interesaba. UN calambre en la pierna le devolvio el sentido de su cuerpo. Parecia que habia sido un dia realmente duro. NO importa. Ya iba a llegar a casa.
aquellos viejos espejos que escondes bajo tu cama carcomen los apolillados recuerdos nuestros escapan, de mis sueños, personajes siniestros que ejecutan a su antojo lo que tu mente emana
aquellos viejos recuerdos, escondidos tras la ventana se colorean de blanco rosa-azucena, visten de sol, visten de seda, duermen de día, de noche escapan de su celda