Tributo a una mariposa

Tributo a una mariposa

Ahora vuela.
Ayer te arrastraste.
Ayer te escondiste.
Ayer sufriste.
Ahora vuela.

lunes, 29 de noviembre de 2010

El imperfecto cuento 32 (segunda parte)

Pero eso ya no importa. Ahora desperdiciamos minutos pensando en lo que pudo haber sido y no lo fue solo (y solamente por eso, no tuve nada que ver) porque me mataron la pasión temprano, en la mañana de mi vida.

De nuevo está enamorado. Es un estúpido que se fija en quien no debe. Pero ¿Qué puede hacer, si su compañía le resulta tan placentera, su sonrisa tan brillante y su candor tan atractivo?

Vistió un vestido azul de hilo delgado sobre un pantalón de lona un tanto desteñido. Tan tonta fue en usar ese collar que tanto le gusta. Tan tonta fue para saludarlo con un abrazo. Tan tonta fue por hablarle al oído, despacio. Tan tonta fue al rozar su cálido cuerpo en el suyo cuando hablaban de lo más universal (y estúpido en circunstancias adversas) que existe en el universo, que lo hizo olvidarse de sus palabras y concentrarse en sus labios, su exhalación, su aroma, su costumbre de tomarse el cabello mientras habla, sus perfectos pies semidesnudos en un par de sandalias de piel. Rompíase el aire, con el tono de su voz, y la de un idiota enamorado en su clásica frase: "No entiendo".

El pensaba en tocar su mano con la suya que apoyaba contra el suelo, deteniéndose como escalera apoyada en la pared de su espalda. Veíala directo a los ojos. Ella sabía. Ella debía saber lo que él sentía. Ella lo torturaba. Una caricia en la nuca. Una larga despedida. Silencios comodos-incomodos-semicomodos simultáneos. Intentos de llamar su atención... Ella lo sabe, lo sé. Pero él todavía no.

Él ya tiene el siguiente proyecto entre manos... y ella es su musa...

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