Tributo a una mariposa

Tributo a una mariposa

Ahora vuela.
Ayer te arrastraste.
Ayer te escondiste.
Ayer sufriste.
Ahora vuela.

martes, 24 de agosto de 2010

El día que te dejé entrar

El día que te deje entrar llovía. No sabía que ese día me condenarías a vagar eternamente (o hasta que la vida dure) en la incertidumbre, en este infierno-húmedo, íntimo y personal, privado y privativo, desde donde veo el falso-mundo por el falso-cristal de un contenedor plástico y hermético, que distorsiona mi vista y acongoja mi mente. Desde que te conocí no ha parado de llover. Y es que cuando te deje entrar contigo lo hicieron la lluvia, esa canción de los beatles que tanto detestábamos, el expresso, -"hueles a gelatina de uva" te dije mientras paseabas por debajo de las jacarandas, era marzo y el sol caía cansado de la labor del mediodía-, y esas espinas sin flores que nos regalamos por habernos aguantado un mísero día más... un beso en el ocaso de tu alma... cuando te deje entrar llovías y sorteabas, toreando diestramente, la intolerancia: vacío contenedor de prejucios y mentiras, proyección del mal endémico-humano del egoísmo y la vanidad vomitadas en frases repetitivas (repetitivas repetitivas, repetiti...); la censura: castración de mentes, aborto de ideas, desperdicio de tiempo; y la estupides colectiva de una sociedad que, presumiendo de logica, resulta ilogica en cuanto a la apreciación del arte de vivir, sísmica reververación actoral de la no-persona, de la no-sociedad que critica la mierda que a diario come, habla, lee, escribe, para mantenerse en su estado de putrefaccion-reprimida. Conjunto de mentes embrionarias llenas de algodon de azúcar... El dia que te deje entrar llovia, y ahora... lluevo contigo...

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