Tributo a una mariposa

Tributo a una mariposa

Ahora vuela.
Ayer te arrastraste.
Ayer te escondiste.
Ayer sufriste.
Ahora vuela.

jueves, 26 de agosto de 2010

Una bolsa de ratas

-¡No por favor, confieso lo que quieran... acuso a Pelayo y a Ramirez, a Fierro a quien quiera... pero no la bolsa de ratas no!-
Un bulto grisáceo se acercó con otro en la mano. De una manera frenética se movían de un lado para el otro, mordiéndose, aruñandose queriendo escapar. Con cuidado el bulto mayor ató una cuerda al segundo bulto que, aunque estaba ya cerrado, se veía aún algo vacío. No habían suficientes ratas para llenarlo por completo. La lógica fue simple: si no hay más ratas, es necesario menos espacio. Y así lo hizo. Ahora el saco parecía una especie de embútido, donde una mitad estaba vacía y la otra, la inferior, estaba llena de roedores. Desató el segundo nudo, dejando al descubierto la parte interior del saco que permanecía vacía. Lo acercó a su cabeza y la cubrió por completo. No hace falta describir los gritos. De nuevo ató el saco, esta vez sin apretar demasiado, era la parte del cuello y no quería que se asfixiara, lo hizo casi con cariño. No flojo, no apretado: la presión justa para que ninguna escapara. Los gritos acrecentaron. Poco a poco desató el nudo, el que quedaba sobre la coronilla. Poco a poco los gritos acrecentaron. Poco a poco las confesiones salieron al descubierto. Poco a poco llegó el silencio.

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